ADOLESCENCIA: “TIEMPO DE CRECER”

ADOLESCENCIA: “TIEMPO DE CRECER”

Maribel Rojas

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¿Por qué será que le gusta este color tan obscuro?, ¿Por qué escucha ese tipo de música?, ¿Por qué no se corta el cabello? ya lo trae muy largo, ¿Qué es lo que hace cuando sale con sus amigos?, ¿Por qué no le agrada nada?, ¿Porque se enoja tanto?, ¿Habrá algo que le guste hacer sin que le resulte molesto? Estas son solo algunas de las preguntas más comunes de escuchar en los padres de familia, y por su parte, en los adolescentes, otras más como: ¿Por qué me tratan así mis padres?, ¿Por qué me siento de esta manera?, ¿Por qué nadie me entiende?, ¿Qué acaso no saben lo que quiero? ¿Por qué no me dejan salir a divertirme?, ¿Por qué no les caen bien mis amigos?, ¿Por qué no entienden que no me gusta hacer eso de quedarme en casa con ellos? Y es así, que tanto padres como adolescentes se cuestionan sobre esta etapa llamada ADOLESCENCIA, pero ¿Qué es la adolescencia?, ¿Qué hay detrás de tan peculiar palabra?

La palabra adolescencia tiene su origen en el latín “adolescentia” que significa “joven y/o “adolescente”, sin embargo, esta palabra se deriva del verbo “adolesco” que significa “crecer, desarrollarse, ir en aumento” lo cual explica la derivación de la palabra (Definición a.com. 2014). Lo que en resumen indica que la adolescencia (adolecer) hace referencia a un determinado período del desarrollo personal (ciclo vital), periodo en el cual se generan una gran cantidad de acontecimientos por los que necesariamente tendrán que atravesar los chicos (as) en todas las áreas de su vida. Dicho de otra manera, esta etapa es uno de los momentos más importantes que acontece en la vida de toda persona caracterizado por un ritmo acelerado de crecimiento y de cambios tanto a nivel físico, como psicológico, emocional, social,  etcétera. Se dice que este período de desarrollo conocido también como pubertad aparece condicionado por varios procesos biológicos.

El presente artículo tiene la única finalidad de proporcionar una breve descripción con respecto a lo que se considera la adolescencia y algunos de los factores que se encuentran involucrados en el desarrollo de esta (considerando que esta explicación es solo una de las diversas que existen y que dan respuesta a lo que acontece en este periodo de la vida), así como los elementos que la literatura menciona que no deben dejarse de lado al efectuar una intervención en psicoterapia buscando como objetivos:  el conseguir un mayor éxito de esta, considerando el abordaje más adecuado a las necesidades y características de este grupo de pacientes.

Teóricamente hablando el inicio de la pubertad señala el ingreso de la niñez a la adolescencia. Y aunque los cambios físicos de este periodo de vida son radicales, estos no se efectúan de un solo momento al finalizar la niñez, sino que la pubertad forma parte de un largo y complejo proceso. Los cambios a nivel biológico se traducen en un rápido crecimiento y aumento de peso, cambios en las proporciones y la forma del cuerpo, así como el alcance de la madurez sexual. En general, es aquí donde se genera el proceso que indicará cuando una persona (mujer o varón) puede engendrar debido a esa madurez biológica.

En relación a la madurez sexual, la Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que la adolescencia está determinada como la etapa que ocurre entre los 10 y 19 años, de la cual considera tres fases: 1) la adolescencia temprana que va de los 10 a los 13 años y se caracteriza por experimentos sexuales; 2) la adolescencia media de los 14 a los 16 años, caracterizada por los juegos sexuales y por último, 3) la adolescencia tardía de los 17 a los 19 años, donde se puede observar aspectos del ejercicio sexual, la identidad y el rol sexuales, la orientación  heterosexual, homosexualidad  y transexualismo, demorando el proceso de reconocimiento y aceptación de la imagen corporal (aceptación de su realidad física) y actividad sexual, hay unión de lo erótico con lo sentimental o romántico (OMS, 2018).

En esta etapa, como ya se ha mencionado, además de la madurez sexual, se presentan otros cambios tanto en el aspecto fisiológico (estimulación y funcionamiento de los órganos por hormonas femeninas y masculinas), como algunos cambios estructurales anatómicos, así como una modificación en el perfil psicológico y de la personalidad (este perfil por lo general es transitorio, cambiante y es emocionalmente inestable); que debido a las características individuales y de grupo, cada adolescente experimenta de forma muy particular todos estos cambios y es regularmente en esta etapa cuando más lo manifiesta. De igual manera, es algo que supone necesario para poder medir el grado de aceptación en los diferentes escenarios sociales e ir haciendo los ajustes o modificaciones precisos para lograrlo (Lozano, 2014).

En lo que respecta a la madurez emocional, este proceso reside en la elaboración de algunos logros tanto personales como sociales, entre los que están el descubrir y desarrollar una identidad, el independizarse de los padres tanto en lo social como en lo económico, el desarrollo de un sistema de valores propio, la habilidad para adquirir las aptitudes necesarias para establecer relaciones maduras de amistad y amor, relaciones “de adulto” asumiendo con ello funciones adultas, así como la capacidad de alcanzar un razonamiento más abstracto; aquí también se puede observar claras manifestaciones y/o cambios quizás más abruptos e intensos en el estado de ánimo, puesto que estos están siendo modulados por procesos hormonales y tal pareciera así, que todo el tiempo están enojados o insatisfechos con las demás personas y con su entorno en general, sin embargo, lo que normalmente ocurre, es que las emociones se desbordan y todo a su alrededor se torna tan complejo que causa malestar y confusión haciendo aún más difícil el manejo, control y entendimiento de estas.

Según con la descripción que hace Octavio Fernández sobre el periodo de la adolescencia, el plantea que además de todo lo anteriormente citado, el adolescente es una persona que está pasando por un franco “PROCESO DE DUELO”, el cual se caracteriza por la manifestación de un cambio radical en si mismo, puesto que debe renunciar al niño que era y a su vez, asumir la responsabilidad inmediata del proyecto de convertirse en adulto (recuerda su niñez y los beneficios que tenía en ella, una existencia donde solo se limitaba a jugar, estudiar y llevar una vida despreocupada). Ahora se presenta un duelo por un cuerpo que era de niño y que ahora es de un adolescente con una interna revolución hormonal. Este proceso es ahora, una lucha por la identidad contra el medio y contra las propias tendencias a permanecer en lo establecido. Y como ya se había mencionado antes, con el duelo se apuntalan dos tareas en el adolescente: una lucha por la reconstrucción de su realidad psíquica (su mundo interno) y una lucha por la reconstrucción de sus vínculos con su mundo externo, ambas sujetas a su vez a una lucha por la obtención de esa identidad.

Por su parte Joseph Knobel quien también habla sobre la adolescencia postula que dicha fase del desarrollo se percibe como un período de “CRISIS y DUELO”, porque esta es una etapa que está llena de inestabilidades y confusiones de difícil control y de constante choque con los padres de familia, sin embargo, la adolescencia también es ocasión para asentar las bases de lo que luego será un adulto y que es fundamental para el resto de su vida. Él explica que existen tres duelos que se presentan en la adolescencia: duelo por la pérdida del cuerpo infantil, duelo por la pérdida del estatus que se tenía como niño, y duelo por la pérdida de los padres de la infancia. Knobel dice que el adolescente lo vive a nivel inconsciente y por eso es que no entiende por qué le pasa lo que le pasa. “A nivel inconsciente echan de menos ser el centro de atención de sus padres. Echan de menos ese cuerpo pequeño. Se presentan todo un cumulo de circunstancias que no son sencillas y se sienten perdidos y rabiosos porque añoran la placidez de la infancia” (Knobel, 2015). Así mismo las emociones van acompañadas de ciertas conductas y cuando un adolescente se muestra agresivo generalmente es porque siente miedo de enfrentarse a los retos que se le presentan. Esta agresividad es un mecanismo de defensa que le sirve para protegerse de ese miedo y de la tristeza que emerge ante el duelo por la infancia perdida.

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También en esta etapa es donde los adolescentes demandan un  espacio y libertad y así establecen cierta distancia de los padres, se van separando de ellos pero sin desprenderse totalmente. Ahí ya se produce una ruptura importante que, puede ser especialmente conflictiva por la ambivalencia de estar o no con los padres y querer experimentar el mundo de los mayores. Y si a esto se le agrega los cambios físicos que van presentando en su cuerpo y las hormonas que están presentes en todo momento. En este punto suele observarse que muchos de ellos se perciben a sí mismos ya capaces de hacer lo que quieren, sin embargo no es así, se debe ejercer la autoridad como padres, establecer ciertos límites y esto no es tarea fácil pero al hacerlo se producen cambios que son necesarios. Interiorizar límites tranquiliza, son un beneficio para su salud mental y su desarrollo personal, dan seguridad, reafirman su personalidad, sus ideas, se está buscando a sí mismo, aprende a manejar la tolerancia a la frustración,  en este sentido construye fuertemente su personalidad y su autoestima, así como una psique bien estructurada donde se forman categorías mentales que tan necesarias son para la vida. (Contrariamente puede suceder que cuando el adolescente no tiene normas que le rijan y vive con demasiada permisividad, sentirá que no recibe atención por parte de los padres y que no es lo suficientemente importante para ellos, además de no tener una direccionalidad y contar con un soporte básico). Sin embargo pese a que se debe enseñar a los adolescentes el valor de la disciplina también es necesario dejarlos que sean adolescentes y eso implica que estén con sus amigos, que puedan divertirse, que cuenten con su propio espacio, entre otras cosas para lograr ese desenvolvimiento personal.

Es claro que la adolescencia es un período de difícil transición, sin embargo, no solo los adolescentes viven ese duelo sino que también los padres de la misma manera que sus hijos, experimentan ciertas situaciones que les causan confusión, malestar y desconcierto, situaciones que para ellos resulta complicado manejar, generándose las fricciones con el adolescente al no comprender lo que pasa y así es como ambos transitan por el mismo duro camino (pero que se acentúa aún más en el adolescente por todo lo que le implica) y esto lo hace aún más difícil de sobrellevar. Se dice entonces que la adolescencia se transforma en un suceso familiar y social.

Socialmente observamos que el adolescente comienza a relacionarse de manera más activa con sus iguales y como resultado de dicha interacción se torna necesaria la búsqueda de identidad, una postura que le permita tener un lugar dentro del grupo, de la escuela, de su comunidad, cuestión que también lo habrá de conducir al establecimiento de relaciones más cercanas y profundas, con lo que empezará a visualizarse en franca competencia, por lo que además comenzara a explorar y explotar sus habilidades, aptitudes y potencialidades para abrirse así, paso en la sociedad.

Aunque la adolescencia se considera un período de crecimiento excepcional y gran potencial para un desarrollo óptimo, esta etapa constituye a su vez, la exposición a riesgos considerables, donde el contexto juega un papel importante y puede igualmente tener una influencia negativa determinante para la vida (Lozano, 2014). Como un ejemplo de ello se puede observar en muchos adolescentes que aspirando a formar parte de un círculo o pertenecer a un grupo donde se sientan aceptados, se ven sometidos a presiones para consumir alcohol, tabaco u otras drogas, así como para empezar a tener relaciones sexuales (situación que se está presentando más comúnmente a edades cada vez más tempranas), lo que conlleva a diversas alteraciones físicas como un elevado riesgo de lesiones, tanto intencionales como accidentales, embarazos no deseados o enfermedades e infecciones de transmisión sexual (ETS). La OMS determina que hay adolescentes que también experimentan algunos problemas de adaptación y de salud mental. Los patrones de conducta que se establecen durante este proceso, como el consumo o no consumo de drogas o la asunción de riesgos o de medidas de protección en relación con las prácticas sexuales, pueden tener efectos positivos o negativos perdurables en la salud y el bienestar futuros de la persona.

Con el avance de la tecnología han surgido nuevas formas de observar y entender el mundo, “internet” es el resultado de la interconexión de miles de computadoras alrededor de este y una novedosa forma de comunicación que se acelera cada día más. De esta forma, las redes sociales comprenden el interés de los adolescentes, ya que se han convertido en una importante herramienta psicosocial, dado que la adolescencia es considerada una etapa en la que los jóvenes son más susceptibles a los medios que les rodea, se ha demostrado que las redes sociales han llegado a favorecer el crecimiento personal, así como la formación de una identidad, rol o elección de modelo conductual (OMS, 2018). Sin embargo, existe una contraparte donde también se ha podido observar los diversos riesgos que ello implica y que puede exponer a los jóvenes a un posible daño colateral ante tal manifestación de avance tecnológico. Pues con tanta información que se suele manejar por estos medios, se ven expuestos y más vulnerables a un mal manejo convirtiéndose en un blanco de fácil acceso invadiendo su privacidad.

Es importante recalcar que los adolescentes como parte importante de la sociedad, dependen de su familia, de la enseñanza de sus profesores, por parte de su comunidad un desenvolvimiento así como de un libre acceso a los de servicios de salud y de un lugar de trabajo digno si así lo requiere todo esto dado conjuntamente con la finalidad de obtener una serie de competencias significativas a las cuales recurrir para hacer frente a las presiones que experimentan y que así mismo les permita realizar una transición satisfactoria de la infancia a la edad adulta. Por lo que, especialmente los padres de familia deben tener paciencia y tratar de ser empáticos en la medida de lo posible con sus hijos adolescentes, así mismo, los miembros de la comunidad, los servicios de salud y las instituciones sociales tienen el compromiso de promover el desarrollo y la adaptación de los adolescentes y de intervenir eficazmente cuando surjan problemas. Ya que esto puede constituir para los adultos una única oportunidad de apoyar a los adolescentes. La cuestión primordial aquí es saber qué hacer para conducir al adolescente, el hecho de conocer y entender por lo que está pasando para así poderle dar la información necesaria y oportuna, o bien, orientarlo y apoyarlo en el proceso.

Ahora como profesionales de la salud y por lo anteriormente descrito es importante destacar que si hablamos de adolescencia necesariamente estamos hablando de cambios drásticos, cambios con los que tenemos que lidiar y consensar para lograr un acercamiento con los adolescentes si la intención es trabajar con ellos, por esta razón, nuestro interés estará enfocado en abordar todos los aspectos que intervienen en su desarrollo ya que estos podrían afectar o impedir el desempeño de dicho proceso terapéutico.

Por lo que, para trabajar en este contexto, es preciso que el terapeuta: a) cuente con los conocimientos necesarios sobre el proceso de la adolescencia; b) sea capaz de identificar los elementos que se hacen presentes al estar en sesión con el paciente (resistencias, mecanismos de defensa, conflictos latentes, algún rasgo de la personalidad entre otros); y c) tenga un buen dominio de diversas estrategias terapéuticas con la intención de seleccionar la más apropiada para aplicarla a cada caso particular (Fiorini, 2002).

Además de estos aspectos, es importante tomar en cuenta que el hecho de saber cómo es que llegan al consultorio, quien los refirió, quién pidió la consulta, quien realiza la llamada solicitando la atención, son datos relevantes para el terapeuta. Ya que es común encontrar que al inicio de la terapia, hay estrés, incertidumbre, ansiedad, confusión, temor, desconfianza, malestar por estar en un lugar no deseado o hasta sentirse intimidado ante la presencia del terapeuta. También conviene aquí considerar que generalmente los chicos no van por su propia voluntad ya que son enviados por algún profesor o los padres que han observado ciertas conductas fuera de lo común. Por estas razones corresponde al terapeuta y sus habilidades, el ser empático con el adolescente, generar la confianza necesaria, evitar que se sienta juzgado, y hacer que este decida quedarse, en otras palabras, lograr el establecimiento de una alianza terapéutica (González, et al, 2012). Dependerá entonces del terapeuta el buen manejo y control de la primera sesión, así como de la primera entrevista. En esta entrevista se va a dar el primer contacto real con el adolescente y es de aquí de donde partirá identificando los puntos a considerar para lograr un buen manejo de la intervención, como por ejemplo:

*El saludo como un acto de cortesía, de prestar atención al adolescente permitiendo la disminución de la ansiedad del primer encuentro.

*La observación directa es lo primero que el terapeuta hará cuando el adolescente llegue a su consultorio, observará la apariencia general que tiene, la postura de su cuerpo al caminar y al sentarse, lo que expresa el chico o chica con los movimientos de su cuerpo, en su forma de vestir, su lenguaje corporal, ya que son elementos que puede utilizar en su favor.

*Se le debe brindar al adolescente la oportunidad de hablar de lo que quiera o de lo que en ese momento desee expresar sin temor a ser juzgado y así encauzar poco a poco la información que está proporcionando para así poder identificar la información que es relevante, es decir, que muestra contenido sobre el tema a tratar en sesión. Además, el terapeuta debe tener una actitud de entendimiento, mostrarse comprensivo, y alentar al adolescente a expresar con libertad sus sentimientos, pensamientos preocupaciones, temores, todo lo que considere importante de sí, con la finalidad de liberar la sobrecarga de sus emociones o de situaciones que le están provocando ansiedad, angustia, enojo, y que se produzca esa sensación de alivio.

*El terapeuta debe tener la capacidad de entender lo que el adolescente le está diciendo, esto implica la capacidad de análisis para determinar cuál es el motivo o situación que le hace acudir a terapia. Así mismo la terminación de la entrevista se dará en el momento que el terapeuta considere primero que, cuenta con la información necesaria sobre de la situación que aqueja al adolescente, que ya se ha establecido el motivo de consulta, y segundo que el adolescente se considere comprendido por el terapeuta.

*El terapeuta tratará de entender el comportamiento global del adolescente sin descuidar aspectos de su origen que son los que lo forman, así como comprender las pautas de las conductas que se presentan de manera continua para hacer una modificación de la conducta problemática por una más sana y eficaz.

*El lugar donde se realiza la primera entrevista así como las sesiones subsecuentes debe ser un lugar en que se sienta a gusto el (la) consultante, que proporcione comodidad de tal manera que lo invite a un acercamiento positivo entre terapeuta y adolescente.

Una vez que se ha iniciado de forma satisfactoria la primera sesión y que han quedado claros los objetivos de esta, se debe continuar con el establecimiento del contrato terapéutico, tomando en cuenta que este es un doble contrato: primero con el adolescente, a quien se le dará el tratamiento y segundo con los padres o tutores. Al establecerse dicho contrato de trabajo, todos deberán apegarse a él y comprometerse al cumplimiento de lo estipulado, que de no ser así, el terapeuta podrá anularlo si lo cree conveniente. El terapeuta determinara entonces el horario, duración y frecuencia de las sesiones procurando que este sea fijo aunque puede ser flexible y junto con el adolescente establezcan lo que más conviene a ambos dándole así la seriedad al tratamiento. Como parte de este contrato se determina el pago del que tanto los padres como el adolescente deben tener muy claro la cantidad, la forma del pago y cada cuando se realizará este, además de tener presente que están comprometidos a pagar aun cuando no puedan asistir a sesión.

Cabe señalar que es indispensable valorar la disposición que muestran tanto el adolescente como sus padres para realizar psicoterapia ya que, de ella depende la adecuada adherencia al tratamiento (Sánchez, 2015). Y como un elemento adicional a considerar en el tratamiento con adolescentes, se recomienda hacer partícipes a los padres y maestros, el realizar tareas en conjunto y desde su ámbito fomentar el uso de estrategias, técnicas e intervenciones de tal manera que se involucren activamente en dicho tratamiento obteniendo así un beneficio en común, que es el mejoramiento de la conducta del adolescente.

REFERENCIAS

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    • Definición a.com (3 abril, 2014). Definición y etimología de adolescencia. Bogotá: E-Cultura Group. Recuperado de https://definiciona.com/adolescencia/
  • González N. J.J, Romero A. J., & De Tavira N. F. (2012) Teoría y Técnica de la terapia Psicoanalítica de Adolescentes, Ed. Trillas, México.
    • Janin, B. (2005). Los padres, el niño y el analista. Revista Cuestiones de Infancia, vol 9, pp.15-32.
    • Knobel F. J. (2015). Mi hijo es un adolescente: Adiós a la infancia. España: Penguin Random House.
    • Lozano V. A. “Teoría de Teorías sobre la Adolescencia” Revista Última Década, núm. 40, julio, 2014, pp. 11-36 Valparaíso, Chile
    • Martorell, J. L. (1996). Escuelas y conceptos básicos. Madrid, España: Pirámide.
    • Miraldi, A., Pintaluba, A., & Fiorini, H. (2002). Teoría y técnica de psicoterapia. Buenos Aires: Nueva Visión.
    • OMS (2018) “Desarrollo en la adolescencia” www.who.int/maternal_child_adolescent/topics/adolescence/dev/es/
    • Rodríguez P. M. & Silver, R. N. (2005). Trabajo con padres en el psicoanálisis con niños. Revista Cuestiones de Infancia, p. 9, pp. 51-59.
  • Sánchez R. C. (2015). Formación y desarrollo profesional del educador en contextos de intervención. Madrid: Uned

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