Disciplina: Manejo efectivo de la conducta.

Muchos padres desearían contar con una receta mágica que les dijera paso a paso cómo educar y disciplinar a sus hijos. Sin embargo, es imposible pues en la aplicación de cualquier recomendación, es primordial evaluar el contexto personal de los padres, sus expectativas sobre sus hijos y por supuesto, las características propias de cada niño. Es básico entender que un “mal comportamiento” es probablemente, un grito de ayuda, es una forma en la que el niño busca ser visto y atendido.

Para ello es importante que los padres se pregunten:

• ¿Cómo me disciplinaron mis padres?
• ¿Qué me gustaba y que no me gustaba de su trato conmigo?
• ¿Eran efectivas sus medidas disciplinarias?
• ¿Qué significa portarse mal para mí?
• ¿Se adecúa mi experiencia a la realidad de mi hijo?
• ¿Qué trata de decirme mi hijo con su comportamiento?

Muchos padres disciplinan a sus hijos partiendo de su propia experiencia y expectativas, éstas no siempre van de acuerdo a la realidad del niño, ni de su propia historia. Es fundamental ser positivo con el niño, decirle lo que se desea que haga, no lo que NO se desea que haga, esta es la base del ser positivo. En lugar de criticar el comportamiento de niño, decirle que se espera que él haga en lugar de criticar lo que está haciendo. Es básico ser muy especifico sobre lo que se desea, en lugar de decirle: ya no te portes mal, decir: me gusta cuando me escuchas, cuando levantas tus juguetes, etc, ser descriptivo en lo que esperamos que el niño haga, facilitará que pueda atendernos.

 Para mejorar el comportamiento del niño es fundamental:

Darle al niño consecuencias inmediatas a su comportamiento y retroalimentación: Si el niño presenta problemas por ejemplo para recoger su ropa y de pronto un día lo hizo sin necesidad de llamarle la atención es importante darle retroalimentación sobre su buen comportamiento. Si por otro lado rompe alguna regla establecida en la casa se le debe de inmediato dar una consecuencia a su conducta y una respuesta de lo que se espera que haga.

Ser Consistente: Algunos padres no son consistentes con las reglas que ponen en el hogar y muchos tienden a hacer cumplir las reglas de acuerdo a su conveniencia y estado de ánimo. Esta inconsistencia hace que el niño rompa con frecuencia las reglas en espera de no recibir consecuencia alguna por la misma, pues en algunos casos es reprendido y en otros no.

Acuerdo mutuo. Si no hay acuerdo entre los padres, los niños, tenderán a jugar el ciclo triangular, donde uno de los padres es el castigador y otro el salvador, y ellos, se conviertan en víctimas de manera que en una situación específica el desacuerdo de los padres hace que se entre en controversia y al final el conflicto queda en la pareja y los niños logran lo que quieren sin consecuencia alguna.

Utilizar más incentivos que castigos. Los padres por lo general utilizan el castigo cuando el niño desobedece o se porta mal, algunos niños se convierten en víctimas del castigo pues se les castiga con mucha regularidad lo que provoca en ellos mucha hostilidad, resentimiento y sentimientos de poca valía. Cuando se decida a cambiar la conducta utilice esta regla “positiva antes que negativa”, encontrar el momento en que se da el comportamiento positivo y reconocer el esfuerzo.

Actuar, pero no sobre actuar. Los regaños, sermones y explicaciones no son muy efectivos, reglas claras y precisas y consecuencias efectivas son suficientes para un efectivo resultado. Ante una situación específica muchos padres tienden a tomarlo muy a fondo dando largas explicaciones de lo sucedido antes, después y lo que sucederá en un futuro a lo largo plazo sin que esto sea realmente necesario ni efectivo.

Establecer reglas claras y realistas. El definir estas reglas le permitirá al niño tener un panorama claro de que es permitido y lo que se espera de él. Adecuar estas reglas a la realidad del niño, a su edad y características es fundamental para que las mismas sean efectivas.

¿Por qué los niños se portan mal?

Recordemos que los niños están aprendiendo y aún no cuentan con la madurez neurológica, ni emocional que los ayude a reaccionar de la manera adecuada o esperad, pedirle a un niño que haga lo que nosotros como adultos creemos que es lo correcto, para ellos puede resultar confuso, pedirles que dejen de llorar es ignorar lo que están sintiendo y quitarles la única herramienta que tienen para expresarse.

Por otro lado, el tipo de relación y apego que tengamos con nuestro hijo influirá en como reaccionan a diferentes situaciones y con ello condicionará su comportamiento.

Ahora bien, si usted solo representa la autoridad para el niño y no espacio para mostrarse afectuoso y cercano, qué resultados espera tener cuando: No hay estimulo, sólo hay crítica, no hay respeto como persona, se le grita, se resaltan constantemente los errores que comete y no se le acepta como es.

¿Qué clase de rendimiento daría usted si tuviera un jefe que lo traté así? Quizás los niños se portan mal porque no tienen un buen jefe que los estimule, los discipline con autoridad, pero con respeto. Que les haga ver sus errores sin que esto con lleve a la crítica y la humillación. Un jefe que los valore como personas y los haga aprender cada día de sus errores, que tenga una actitud positiva ante su trabajo y asuma con responsabilidad su papel de jefe sin abusar de su autoridad. Los niños responden de manera más positiva en un ambiente donde existe la disciplina, las reglas claramente establecidas, el respeto y el estímulo y sobre todo el AMOR.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Peña González M; (2001), “Una guía para padres: La realidad sobre el déficit de atención”. Fundación DA. México. D.F pp. 26 a 29.