Efectividad de los Ejercicios de Terapia de Lenguaje

Introducción a la Terapia de Lenguaje

En este análisis, nos dedicaremos a explorar las prácticas terapéuticas del lenguaje, ampliamente empleadas en el ámbito. Existen diversos recursos, desde videos hasta estudios científicos, que abordan esta área. Sin embargo, surge una cuestión: si hay tanta información disponible, ¿por qué los trastornos de la comunicación continúan incrementándose? Otras preguntas emergen también, ¿por qué los profesionales siguen buscando formación adicional si tanta información sobre terapia del lenguaje está a la mano? ¿Será que los ejercicios no son verdaderamente eficaces? Hasta hace poco, era común encontrar programas de rehabilitación para trastornos del habla centrados en listas de ejercicios detalladas en algún programa específico, donde la función del logopeda era seguir las instrucciones al pie de la letra y aplicar los ejercicios al niño. Se asumía que la selección de los ejercicios terapéuticos se basaba en un diagnóstico completo del trastorno que comprendía su origen y posibilidades de evolución, y la tarea del logopeda consistía en aplicar el programa de manera sistemática y continua hasta que los síntomas desaparecieran espontáneamente. En este escrito, nos enfocaremos en analizar si las actividades de terapia del lenguaje pueden realmente mejorar la comunicación y el lenguaje en los niños, y presentaremos las opciones adecuadas para llevar a cabo una buena práctica en la terapia del lenguaje sin depender de sesiones preestablecidas y basadas únicamente en ejercicios.

Fundamentos Teóricos y Métodos de la Terapia de Lenguaje

El lenguaje es una habilidad social de comunicación, notablemente desarrollada en los seres humanos, que requiere movimientos articulatorios para producir sonidos consonánticos y vocálicos mediante ondas sonoras perceptibles por cualquier sentido. (Yépez & Álvarez, 2021)

 La terapia del lenguaje es un tratamiento ideal para aquellos pacientes que presentan alteraciones del lenguaje y comunicación, ya sean congénitas o adquiridas. Esta terapia es heterogénea y se fundamenta en una diversidad de teorías que abarcan desde el conductismo hasta una perspectiva humanista existencial. (Pérez e Hidalgo 2020)

 Algunos de los métodos empleados en la terapia del lenguaje incluyen la intervención temprana, la estimulación del lenguaje y la terapia personalizada. Además, se sirve de un espectro amplio de métodos de intervención que van desde la estimulación pasiva del desarrollo del lenguaje hasta la implementación de estrategias muy estructuradas y específicas de denominación y repetición. Para establecer conexiones y emitir observaciones sobre las diversas formas de intervención, nos basamos en la clasificación de enfoques terapéuticos del lenguaje en tres categorías: modelos conductuales, modelos neurofuncionales y modelos integrativos (Humanismo existencial). En este contexto, centraremos nuestra atención únicamente en la comparación entre el modelo conductual y el modelo humanista existencial en la terapia del lenguaje. En relación a lo mencionado, de las dos formas de tratamiento del lenguaje que revisaremos, es claro que en todas ellas se requiere en cierto modo de la capacidad verbal del niño. La perspectiva de los actuales expertos sostiene que la «dificultad del lenguaje» no es en sí una «dificultad», sino más bien una posible manifestación de cómo se percibe cognitiva y emocionalmente la organización y el procesamiento de la información en el momento adecuado.

Un enfoque conductual en la terapia de lenguaje

La terapia del lenguaje, en su enfoque conductual orientado a la mejora de la comunicación y del lenguaje en individuos con dificultades en dicha área, se caracteriza por su búsqueda constante de estrategias efectivas. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que este enfoque considera al niño como un ser pasivo que presenta una amplia variedad de signos y síntomas asociados al trastorno del lenguaje. La evaluación y el diagnóstico desempeñan un papel crucial en esta terapia, ya que el objetivo principal radica en descubrir la causa subyacente del trastorno y clasificarlo de manera precisa, lo que limita el campo de acción del logopeda al ámbito de la identificación del trastorno en sí. Por tanto, la intervención terapéutica se basa en la aplicación de una serie de ejercicios mecánicos diseñados específicamente para abordar las manifestaciones particulares de cada trastorno. Sin embargo, es preocupante observar cómo en la era de internet se han comenzado a comercializar diversos materiales y cursos que promueven una deshumanización de esta terapia. Resulta curioso que muchos profesionales, en busca de soluciones rápidas y técnicas simplistas, crean erróneamente que estos enfoques mecánicos contribuyen a mejorar la comunicación en los pacientes. Es esencial recordar que el trastorno del lenguaje no se limita únicamente a aspectos puramente mecánicos, sino que también implica una comprensión profunda de las necesidades y emociones del individuo afectado. Es crucial, por tanto, que los profesionales de la terapia del lenguaje aboguen por un enfoque más holístico y humano que promueva el bienestar global de los pacientes.

Un enfoque integrador en Terapia de Lenguaje

En la práctica clínica moderna, nos enfrentamos a un problema serio: numerosos individuos, deseosos de ayudar, asumen el rol de terapeutas del lenguaje sin la preparación adecuada. Muchos de ellos basan sus intervenciones en ejercicios o técnicas aisladas obtenidas en internet o de profesionales inescrupulosos que no consideran la individualidad de cada paciente. Sin embargo, una intervención genérica y sin considerar las particularidades de cada persona no puede ser efectiva (Trespalacio Restrepo & Perea Cordoba, 2023).

 Por ello, en este apartado del texto nos centraremos en una postura de intervención profundamente basada en el humanismo existencial, buscando conectar con el ser humano y su forma única de vivir y experimentar el lenguaje. Partiendo de la premisa de que cada individuo es único y posee un sistema lingüístico propio, es esencial que como terapeutas nos adentremos en su mundo, comprendiendo su contexto y experiencias.

 En lugar de aplicar técnicas estandarizadas, es vital establecer una relación terapéutica sólida y empática con el paciente. A través de la escucha activa y la valoración de sus emociones, podremos identificar sus dificultades y necesidades reales. La terapia del lenguaje se convierte así en un proceso de colaboración y co-creación, donde terapeuta y paciente trabajan juntos para alcanzar los objetivos propuestos (Robles, 2020).

 Además, desde la perspectiva del humanismo existencial, nos enfocaremos en la existencia y libre elección del individuo. Reconoceremos que cada persona tiene la capacidad de tomar decisiones y cambiar su situación, brindando el espacio y la motivación necesarios para su crecimiento y desarrollo personal. Consideraremos no solo las habilidades lingüísticas, sino también la aceptación y el desarrollo de la identidad del paciente.

 La terapia de lenguaje profunda se aleja de la metodología estricta y pone énfasis en la importancia del ser humano como protagonista de su propio proceso terapéutico. A través de la comprensión, la empatía y la colaboración, podemos proporcionar una intervención eficaz y significativa que se ajuste a las necesidades de cada persona, permitiendo así su crecimiento y desarrollo integral del lenguaje. Bajo la óptica del humanismo existencial, el terapeuta deja de ser el centro que propone ejercicios o técnicas aisladas, y es el propio consultante quien marca el ritmo del tratamiento, convirtiéndose en el eje del proceso terapéutico. De este modo, la terapia de lenguaje no solo se centra en la rehabilitación de los procesos lingüísticos, sino que se convierte en un espacio de crecimiento personal, relacional y emocional, ofreciendo al consultante mucho más que la simple eliminación de síntomas que propone el enfoque conductual.

El proceso terapéutico

La terapia del lenguaje desde una perspectiva existencial otorga gran importancia al proceso terapéutico, donde el vínculo construido entre el terapeuta y el paciente adquiere máxima relevancia. Este vínculo propicia una comunicación efectiva, favoreciendo escenarios adecuados que abarcan relaciones, interacciones y emociones. El proceso terapéutico inicia con la solicitud de una cita telefónica realizada por un padre, seguida de entrevistas tanto con los padres como posteriormente con el menor, con el propósito de seleccionar los instrumentos de evaluación pertinentes. Posteriormente, se implementan estos instrumentos para alcanzar un diagnóstico preciso y, finalmente, se desarrolla una intervención basada en el juego, el cuerpo, las emociones y las relaciones. Cabe destacar que las sesiones no se planifican previamente; emergen de manera espontánea y creativa entre terapeuta y paciente.

 Es importante subrayar que el enfoque humanista-existencial de la terapia del lenguaje no pretende imponer una única visión absoluta. En cambio, busca promover la autonomía y la autorrealización del paciente a través de la comunicación verbal y no verbal. Además, invita a reflexionar sobre los niños atendidos tras la pandemia del Covid-19. La propuesta consiste en considerar tanto al niño como a sus padres como agentes activos en el proceso de terapia del lenguaje, viendo al terapeuta como un profesional que guía y acompaña, más que como un técnico que simplemente selecciona ejercicios mecánicos y universales para todos los pacientes. En ese sentido, la Asociación Mexicana de Psicoterapia y Educación se ha dedicado a entrenar a terapeutas del lenguaje en ese ámbito.

 En esencia, se intenta desplazar el protagonismo del trastorno del lenguaje para enfocarse en el paciente. Así, el proceso terapéutico se centra en la individualidad de cada paciente, ajustando las estrategias e intervenciones a sus necesidades específicas y fomentando su desarrollo integral.

Menos planificación y más acción

Es habitual que el logopeda o patólogo del habla quiera asumir un papel principal en el proceso de terapia del lenguaje, liderando el tratamiento, estableciendo normas y solucionando el problema. Pero, ¿qué sucede con el cliente? ¿No tiene acaso una voz? ¿No podría participar de alguna forma en el proceso? Justamente eso es lo que promueve un enfoque humanista-existencial en la terapia del lenguaje. Desde el inicio, se concibe como un proceso terapéutico donde las necesidades del cliente son el eje primordial. Así, la terapia del lenguaje no solo busca corregir trastornos, sino fomentar el crecimiento personal. Por lo tanto, en la intervención, las sesiones no deberían ser planificadas por el terapeuta. Debemos recordar que la terapia es un proceso de aprendizaje y no simplemente de enseñanza, por lo que cualquier planificación refleja la necesidad del terapeuta de asumir un rol predominante, restando protagonismo al paciente. En una terapia de lenguaje profunda, el logopeda está formado en principios de espontaneidad y creatividad, facilitando que, durante las sesiones, el profesional sepa cómo actuar en cada momento, incluso sin planificación previa; al menos así son entrenados nuestros terapeutas en el Diplomado práctico de terapia de lenguaje profunda.

El terapeuta ve a su paciente como un ser activo, creativo y espontáneo, reconociendo que su humanidad abarca emociones, relaciones y corporalidad. Así, el terapeuta no busca cambiar al niño eliminando su trastorno, sino que lo acepta tal cual es y propone estrategias que surgen en el instante, sintiéndose cómodo con esta metodología. Al respetar las características naturales del niño, el terapeuta le brinda las herramientas necesarias para desarrollar al máximo sus habilidades lingüísticas y comunicativas, promoviendo su autonomía y autoestima.

Recomendaciones finales

Es de vital importancia considerar que el enfoque terapéutico del lenguaje debe estar firmemente establecido en la comprensión y la naturalidad propias del ser humano. El terapeuta del lenguaje debe poseer un conocimiento especializado en la comunicación humana, enfocándose en evaluar minuciosamente las capacidades del niño y no solamente sus limitaciones. La intervención del logopeda debe ser profunda y sólidamente fundamentada en el humanismo existencial, empleando estrategias lúdicas y de juego que propicien el desarrollo de los precursores de la comunicación humana. Es sumamente crucial poner el foco en las necesidades emocionales del menor, en lugar de limitarse exclusivamente a abordar el trastorno del lenguaje. Una vez que el menor descubra y utilice formas más creativas de comunicarse, el trastorno del lenguaje podrá ser atenuado en sus síntomas, gracias al vínculo psico-socio-emocional que se habrá ido estableciendo y fortaleciendo a lo largo del proceso terapéutico del lenguaje.

Si estás interesada/o en ofrecer a tus pacientes un servicio de terapia de lenguaje profunda basada en sus necesidades te invitamos a entrenarte en la Asociación Mexicana de Psicoterapia y Educación a.c

Referencias:

Yépez, E. R. & Álvarez, G. C. P. (2021). La oralidad y las dimensiones del lenguaje en los infantes. Revista Cognosis. ISSN 2588-0578. utm.edu.ec

Pérez, I. M., & Hidalgo, R. S. (2020). Alteraciones del lenguaje en niños con parálisis cerebral. Revista Cubana de Medicina Física y Rehabilitación, 12(1), 58-61. sld.cu

Bartolomé Olmos, L. (2023). Sanfilippo y logopedia: una propuesta en comunicación, lenguaje y deglución. uva.es

Mejías-Padilla, V. (2021). Implicaciones y efectos neurológicos en el desarrollo del lenguaje. Revista Docentes 2.0. docentes20.com

Trespalacio Restrepo, T. & Perea Cordoba, G. (2023). Revisión de la literatura sobre la intervención de la terapia ABA en niños, niñas y adolescentes diagnosticados con trastorno del espectro autista.. ucp.edu.co

Robles, Y. A. M. (2020). HACIA UNA PERSPECTIVA EXISTENCIAL RENOVADA Movimiento mexicano de análisis y terapia existencial. Voces existenciales en Latinoamérica. [HTML]