Este hijo no se parece al de mis sueños, anhelos y expectativas

 

Por HERNÁNDEZ CERÓN YOLANDA

Por HERNÁNDEZ CERÓN YOLANDA

INTRODUCCIÓN

Qué depositamos en un infante, antes de que se encuentre en nuestros brazos y un poco más adelante en el tiempo: que piensas de los niños, de los hijos de la vecina, de los hijos de tu hermana, de los hijos de tus amigas, que sientes, que haces cuando compartes con ellos, a qué edad te gustaría tener a tu hijo, como te gustaría que fuera la persona con la que te gustaría engendrar un hijo, como imaginas a tus hijos cuando tengas los propios, te gustaría que fuera niño o niña, que ropa te gustaría comprarle, cuáles serían sus características idóneas, te gustaría que fuera un ingeniero, una actriz, una doctora, un futbolista o un policía, quienes intervendrán en su educación, te gustaría educarlo o educarla como tus padres te educaron a ti, modificarías algo, como te vez como madre o padre, que piensas de la discapacidad física o mental, como te imaginas que reaccionarias si tuviera un hijo o hija con algún tipo de trastorno.

Es interesante reflexionar en estas y otras infinitas ideas y pensamientos sobre el imaginario de los hijos y la realidad de los pequeños que están ahora con nosotros.

EL IMAGINARIO DEL ANTES Y LA REALIDAD DEL DESPUÉS

En el ciclo de vida de cada persona, se van incluyendo conceptos, ideas, pensamientos, estereotipos, vínculos, roles, responsabilidades, tradiciones, costumbres,  formación familiar y del contexto social donde nos desarrollamos, que aunado al temperamento ya implícito en cada uno, se va generando un carácter, una identidad, una forma de ser y de pensar que proyecta e imagina un cómo ser el día de mañana, en los años venideros, con los ajustes y modificaciones que le gustaría para el tipo de familia o relaciones que pretende establecer y con determinadas características, aunado a estos constructos de vida, va implícito su forma de reaccionar cuando las cosas no salen como esperan, cuando difieren de lo que espera o se ha planteado. La respuesta que  otorga ante la infinidad de situaciones en la vida diaria, como el culpar a otros, enojarse, quedarse callado o callada, hacer que nada pasa y continuar sin hablar la situación, alejarse, llorar, refugiarse en alguna adicción como el alcohol, hablar con la persona indicada, etc., estas y otras múltiples reacciones o combinaciones de respuesta van dando forma a nuestras rutinas diarias, algunas se irán modificando a lo largo de la historia de vida.

Y la pregunta en este breve artículo es reflexionar la reacción, la respuesta, que con todos nuestros sentidos estamos dando al tener a nuestros hijos en el seno familiar, como es que nos sentimos en este momento, no importa la edad que tenga nuestro hijo o hija. Como se está sintiendo en este instante que lees estas palabras, se siente cómodo o no es como lo imaginaste, tal vez se sientan emociones encontradas entre enojo, frustración, rechazo, amor, alegría u otras que afloran en este instante, y puede ser que este ocasionando culpabilidad por esta ambigüedad, más es lo que se está sintiendo, es lo que esta y se puede partir desde esas emociones, sentimientos y pensamientos que están dando vida a tus vínculos con tu hijo o hija.

Es importante saber que la mayoría de las personas depositamos nuestros anhelos, sueños, expectativas y deseos en todo tipo de proyectos y por supuesto en nuestros hijos e hijas incluso desde antes de la concepción, queremos que sean los mejores  y más sanos, en un entorno familiar y social idóneo, cada cual su concepción de esta realidad. Entendiendo que para ello desde que somos niños, jóvenes adolescentes y jóvenes vamos creando una idea de lo que esperamos ser y que sean nuestros hijos, aunque en algunas o muchas ocasiones nuestras decisiones nos van desviando de la expectativa original y hoy, en esta realidad estamos aquí, con este trabajo o sin trabajo, con este esposo o sin él, en esta casa propia, rentada o prestada, en esta pueblo o ciudad, con esta carrera o sin ella, con estos hijos o sin ellos, con esta pandemia COVID-19  que no tiene para cuando irse.

Y si hablamos de estos infantes hoy, como es la relación con cada hijo o hija en particular, como me siento con cada uno de ellos, en cada momento, cada mirada, cada roce con su mano, cada beso en la mejilla, cada palabra o silencio, cada travesura, cada logro que tiene. Es como imagine que fueran mi hijo o hija, se parece un poco, o es muy diferente. Justo con esas emociones, sentimientos y pensamientos del hoy, es con lo que tratamos a nuestros infantes en ese vínculo afectivo, con todo lo que realmente somos al momento de relacionarnos con ellos, cuando les hablamos, los consentimos, les ponemos limites, los reprendemos, los educamos, les gritamos, o incluso los golpeamos.

El ambiente familiar que se va generando a partir de estos vínculos, empezarán ahora a desarrollar a otra persona más (tu hijo), con sus propios deseos y expectativas, que se irán desarrollando a partir de este contexto primario y así sucesivamente de generación en generación.

CONCLUSIÓN

Reflexionar si existe un matiz de anhelos y sueños frustrados que depositamos en ese infante y si el tipo de vínculo que se está propiciando entre nosotros se deriva de ello, puede ser que por ello incluso se origine una relación turbulenta de desobediencia, de travesura tras travesura, de “niño mal portado”, o que desarrolle una forma de lenguaje en el que no existen palabras entendibles, le falten palabras o simplemente no quiera hablar el niño o niña, puede ser que claramente solo este solicitando ser aceptado tal cual es y sin esas expectativas y ansiedades que padres, madres o cuidadores solemos depositar en nuestros menores.

REFERENCIAS:

Tiba I. (2009). Quien ama  Educa. México, D.F. Aguilar Fontanar

Arreola A. (2014). Fenomenología de las Pasiones Insólitas de la existencia. México, D.F. G&C Pintan Solutions, S.A. de C.V

Diplomado en Psicología Clínica

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