La empatía es una característica que todas las personas tenemos, es parte de nuestro desarrollo y de cada ser humano. Muchos de nosotros la usamos en la cotidianidad de nuestra vida: al escuchar con atención a la persona que está sentada a nuestro lado, sintiendo lo que ella siente. También es cierto que no todos tenemos la habilidad o sensibilidad para poder hacer uso de ella, por eso la importancia de saber y entender qué es y cómo podemos sacar de nuestro interior el ser empático con las personas que nos necesitan.

¿Qué es la Empatía?

La Oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y el delito define la empatía como:  La capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, Es una habilidad crucial que permite las relaciones sociales y profesionales, desarrolla la conciencia de uno mismo y contribuye a un mundo equitativo y pacífico. La empatía es necesaria para expresar la compasión (la motivación para actuar ante el sufrimiento de otras personas). La   empatía nos permite ver las cosas desde la perspectiva del otro en vez de la nuestra.

La incorporación de la empatía a la psicoterapia se debe a Carl Rogers, quien aún en nuestros días sus aportaciones han influenciado a profesionales de diferentes disciplinas y de todo el mundo, a que trabajen con empatía.

Para Rogers la empatía se da cuando el profesional comprende los sentimientos y significados personales del paciente o cliente y le comunica dicha comprensión sin analizarlo ni juzgarlo, “se pone en los zapatos del otro”. Crea un clima que facilita el desarrollo de las terapias.

Para Carl Rogers (Rogers, 1951) es primordial la liberación de las fuerzas del ser humano como motor de la actualización de sus potencialidades a partir de la confianza y el respeto a la persona. De ahí que propone tres condiciones que facilitarán la comunicación entre el psicoterapeuta y el paciente o cliente:

• El primero: Ser congruente. Para Rogers la definición de este término se da cuando el psicoterapeuta es él mismo. Se presenta ante el cliente o paciente sin fachada o máscara; le muestra abiertamente sus sentimientos y actitudes que fluyen en él durante la terapia.
• El segundo: Interés positivo incondicional. Cuando el terapeuta experimenta una actitud cálida, positiva y de aceptación hacia la realidad del paciente, se facilita el cambio. Es por eso que el terapeuta debe ser genuino, para que así el paciente o cliente se sienta con la confianza de poder manifestar sus sentimientos durante la terapia. 
• La tercera condición esencial para el cambio es que el terapeuta experimente una exacta comprensión empática del mundo interno del paciente; es decir, que sienta el mundo de significados privados y personales del paciente como si fuera su propio mundo, pero sin perder jamás la cualidad de “como si”. Esto es, la empatía esencial para el cambio terapéutico.

Para que estas tres etapas se lleven a cabo exitosamente y permitan el desarrollo de la persona, Rogers sugiere que siempre debe haber una relación dialógica, respeto al ser humano, no querer ejercer el poder sobre el otro, sino más bien, ayudarlo, escucharlo y apoyarlo.

La empatía requiere de un primer paso que consiste en que el profesional de la salud, escuchando atentamente lo que el paciente dice y observando lo que expresa sin palabras, con los gestos, las actitudes, los tonos de voz, los énfasis, los silencios, etc., pueda sentir la emoción que el paciente está sintiendo (Vidal y Benito, 2012).

Vidal (Vidal y Benito, 2012) nos dice entonces que la empatía es: 

• Sentir la emoción que el otro siente.
• Conocer el mundo interno de otra persona, sus ideas, creencias y sentimientos.
• Conocer y comprender al otro y también compartir su estado emocional.
• Comprender los sentimientos de los otros: vivenciar lo que el otro siente, tomar distancia y valorar lo sentido por el otro.
• Adoptar la postura o la expresión facial del interlocutor durante el intercambio con otros (la imitación sería la base de la empatía).
• Proyectarse uno mismo en la situación de otro y luego percibir lo proyectado como perteneciente al objeto (Empatía Estética).
• Imaginar lo que se sentiría o se pensaría si se estuviera en el lugar del otro.
• Imaginar cómo el otro siente o piensa.
• Incomodidad, malestar, angustia, distrés frente al sufrimiento del otro.
• Acompañamiento del sufrimiento o la alegría del otro lo que motiva a ayudarlo.

La empatía es parte del desarrollo humano. Ser empático depende de la personalidad de cada persona. Como seres humanos, todos somos diferentes, por tanto, nuestra capacidad para sentir empatía con los demás será diferente. 

Tenemos entonces que la empatía nos ayuda a establecer una mejor relación con nuestros pacientes o clientes. Nos ayuda a tener una mejor conexión emocional, permitiéndonos obtener más información sobre lo que le sucede realmente, pues se crea un ambiente de confianza.  Poco a poco nos podrá compartir de una manera más fluida sus experiencias emocionales.

Escuchar activamente a los demás es esencial para aprender a sentir empatía.

(Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito)

Bibliografía

Rogers, Carl R. (1951) Client-centered therapy. Boston: Houghton-Mifflin.

Rogers, C. & Kinget, M. (1971). Psicoterapia y relaciones humanas. Madrid: Alfaguara.

Rogers, C. (1972). Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires: Paidós.

Vidal y Benito, María del C. (2012). La empatía en la consulta. Buenos Aires: Polemos.