¿Por qué enfermamos? La ansiedad, la enfermedad del Nuevo Milenio
¿Qué es la ansiedad y cuáles son sus manifestaciones clínicas?
Eva Sevilla Quintana
La definición que nos proporciona el DSM-V de Ansiedad es la siguiente:
El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por la presencia de ansiedad y preocupaciones de carácter excesivo y persistente durante al menos 6 meses.
El trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica se caracteriza por síntomas prominentes de ansiedad que se consideran secundarios a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad subyacente.
El trastorno de ansiedad inducido por sustancias se caracteriza por síntomas prominentes de ansiedad que se consideran secundarios a los efectos fisiológicos directos de una droga, fármaco o tóxico.
El trastorno de ansiedad no especificado. Debido a que el trastorno por ansiedad de separación (que se caracteriza por la aparición de ansiedad coincidiendo con la separación de las figuras paternas) suele aparecer en la infancia.
Crisis de angustia (panic attack)
Características diagnósticas
Suelen aparecer en el contexto de diversos trastornos de ansiedad. La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y temporal de miedo o malestar de carácter intenso, que se acompaña de al menos 4 de un total de 13 síntomas somáticos o cognoscitivos. La crisis se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión con rapidez (habitualmente en 10 min o menos), acompañándose a menudo de una sensación de peligro o de muerte inminente y de una urgente necesidad de escapar. Los 13 síntomas somáticos o cognoscitivos vienen constituidos por palpitaciones, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de falta de aliento o ahogo, sensación de atragantarse, opresión o malestar torácicos, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad o mareo (aturdimiento), desrealización o despersonalización, miedo a perder el control o «volverse loco», miedo a morir, parestesias y escalofríos o sofocaciones.
Las crisis que reúnen los restantes criterios, pero presentan menos de 4 de estos síntomas, se denominan crisis sintomáticas limitadas. Los individuos que solicitan ayuda terapéutica por estas crisis de angustia inesperadas acostumbran a describir el miedo como intenso, y relatan cómo en aquel momento creían estar a punto de morir, perder el control, tener un infarto o un accidente vascular cerebral o «volverse locos». Describen asimismo un urgente deseo de huir del lugar donde ha aparecido la crisis. Al ir repitiéndose, estas crisis pueden presentar un menor componente de miedo. La falta de aire constituye un síntoma frecuente en las crisis de angustia asociadas al trastorno de angustia con y sin agorafobia.
Por su parte, la ruborización es frecuente en las crisis de angustia de tipo situacional desencadenadas por la ansiedad que aparece en situaciones sociales o actuaciones en público. La ansiedad característica de las crisis de angustia puede diferenciarse de la ansiedad generalizada por su naturaleza intermitente, y su característica gran intensidad. Las crisis de angustia pueden aparecer en una amplia gama de trastornos de ansiedad (p. ej., trastorno de angustia, fobia social, fobia específica, trastorno por estrés postraumático, etc.)
Criterios diagnósticos
Aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 min:
(1) palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
(2) sudoración
(3) temblores o sacudidas
(4) sensación de ahogo o falta de aliento
(5) sensación de atragantarse
(6) opresión o malestar torácico
(7) náuseas o molestias abdominales
(8) inestabilidad, mareo o desmayo
Una vez que hemos revisado las definiciones de ansiedad así como los criterios diagnósticos, vamos a revisar qué es lo que sucede en nuestra vida, para que en algún momento ésta se pueda presentar.
Los seres humanos llegamos a un mundo artificial, para el que no fuimos creados, y al llegar aquí, es necesario que nos enseñen a adaptarnos a él. Este proceso de adaptación es generalmente conductista, donde al pequeño muy poco o casi nada se le permite que tome decisiones, ya que no tiene ni la madurez ni la experiencia para hacerlo, y así vamos creciendo.
Al llegar a la adolescencia, el adolescente se torna rebelde por una condición natural, es un deseo interno de volar, de ser libre y de tomar sus propias decisiones; aunque de acuerdo a nuestro proceso de socialización, todavía no tiene la madurez suficiente para tomar decisiones asertivas que no lo pongan en riesgo, y que él tampoco ponga en riesgo a otras personas, es considerable el número de accidentes que llegan a tener los adolescentes.
Somos seres emocionales, desde que estamos en proceso de gestación, vamos desarrollando esta capacidad, las emociones nos protegen de manera instintiva, cuando se dispara una emoción, se hace desde nuestro Sistema Nervioso Autónomo, no es una decisión que se tome, sólo se dispara de manera instintiva, y generamos a través de nuestras neuronas, neurotransmisores que nos van a dar la energía suficiente para ponernos a salvo; esto se hace en automático.
En el proceso de socialización, aprendemos a ver las emociones como algo malo, como algo prohibido, mensajes como ”los hombres no lloran”, “las niñas bonitas no se enojan”, “no me conoces enojada”, “no tengas miedo”, y vamos creando una confusión a nivel cognitivo, y vamos mezclando las emociones de tal forma, que pierden su función protectora, y terminamos enojándonos ya no por agresiones verbales o físicas, sino por miradas, o por mensajes indirectos, “te lo digo a ti mi hijita, para que lo entiendas tú mi yerno”, o porque no logramos manipular todo el entorno para que las cosas salgan como nosotros queremos. “Si no te gusta lo que te están diciendo tienes que aguantarte, es por tu bien”.
A nivel social, vamos aprendiendo a reprimir, a no manifestar lo que sentimos, a no expresar lo que queremos, como si todavía fuéramos esa niña o ese niño de 5 años, incapaz de tomar decisiones asertivas. Y empezamos a sentir un nudo en la garganta, o irritación conocida como gastritis, colitis, inclusive la cistitis, que llega a padecer una persona que está muy enojada, muy irritada con alguien cercano y no se atreve a decirlo o a reconocerlo, o la artritis, de la persona que se enoja consigo misma, para no enojarse con los otros.
A decir de Tales de Mileto, “lo más veloz es el pensamiento”, andamos con un discurso interno terrible, donde podemos disparar emociones sobre todo de enojo, tristeza y miedo, y al llegar la energía a nuestro cuerpo para protegernos, nos quedamos inmóviles, acostados, sentados o haciendo la actividad que estemos haciendo, y terminamos muy recargados de una energía que al no usarse se estanca y entonces… aparece la Ansiedad, ya que nuestro cuerpo no sabe qué hacer con toda esa energía que estamos recibiendo. Y la forma de manifestarse es con algunos o todos los síntomas descritos anteriormente.
Dado que los síntomas son aparentemente fisiológicos, la persona ansiosa considera que está padeciendo alguna enfermedad “me va a dar un infarto”, “me voy a morir”, “me voy a desmayar en medio de estas personas que no conozco”, entonces acude al médico y el médico, generalmente no le explica lo que sucede, le da un calmante y lo manda a su casa, y el proceso ansioso se convierte en algo interminable, y difícil de entender. Acuden al cardiólogo, al neurólogo, al ginecólogo (las mujeres), en fin a diferentes especialistas y así se pueden pasar un buen tiempo, en ocasiones más de un año. Y en muchos casos empiezan a aparecer las crisis de angustia.
Por supuesto que hay que revisar la parte médica, sin embargo si tenemos en cuenta la Ansiedad, podemos o acudir si es nuestro caso, o sugerir si es el caso de alguien cercano, al Psiquiatra y Psicoterapeuta, ya que el trastorno requiere de este apoyo, y en el lapso de 3 meses los síntomas van desapareciendo hasta que la persona recupera el equilibrio emocional. Es muy importante asegurarnos que sea un Psiquiatra certificado o un Psicoterapeuta certificado, ya que son los especialistas de este trastorno, así como el Ginecólogo o el Cardiólogo tienen su especialidad.
El buscar apoyo psiquiátrico y psicoterapéutico solo es cuestión de salud emocional. Tomar medicamentos para la ansiedad o cualquier otro trastorno garantiza que vamos a pasar del apoyo médico al autoapoyo.
Son algunas de las opciones de las que podemos apoyarnos para lograr nuestro objetivo en la vida, ser felices.
Bibliografía:
DSM-V American Psichiatric Associacion. Masson.
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