INTRODUCCIÓN

Anteriormente se creía que el desarrollo del lenguaje se completaba durante la niñez. Sin embargo, estudios más recientes han encontrado que hay un desarrollo sustancial que abarca desde la adolescencia hasta la edad adulta. Este desarrollo es más gradual y sutil que el que ocurre durante las primeras etapas de desarrollo lingüístico (desde antes del nacimiento hasta los 6 años de edad), no obstante son cambios significativos para la comprensión y producción del lenguaje (Nippold, 2000).

DESARROLLO

El lenguaje tiene diversas características propias, entre las que se encuentra la referencialidad. Ésta es definida por Dennis (2004) como la capacidad del lenguaje de referirse “a cosas y eventos en el mundo o a aspectos de la experiencia subjetiva” (p.126). La rama de la lingüística encargada del estudio del significado que porta el lenguaje es la semántica. Mientras que la sintaxis es la encargada de estudiar cómo se pueden combinar las palabras para formar significados y las relaciones que establecen entre las unidades.

Durante las primeras etapas de desarrollo lingüístico, diversos autores han identificado que los niños se apoyan de su conocimiento semántico conceptual del mundo para restringir sus procesamientos sintácticos (Skeide y Friederici, 2016). A partir de diversos estudios neurológicos, se ha encontrado que los hablantes comienzan a separar el procesamiento cerebral de aspectos semánticos de aquellos sintácticos durante las etapas tardías. Es por medio de este refinamiento de las habilidades básicas del lenguaje y al aumento de la memoria de trabajo, propio de estas etapas tardías, que surgen las representaciones semánticas de orden superior.

Uno de los aspectos semánticos desarrollados de manera gradual durante la adolescencia es la comprensión de distintos tipos de lenguaje figurativo (proverbios, metáforas, símiles, locuciones, entre otros) (Nippold, 2000). Este tipo de lenguaje es definido por Papagno y Romero (2010) como aquel donde existe una diferencia entre lo que los hablantes dicen y lo que convencionalmente significa o implica lo que dicen.

Nippold (2000) considera que el lenguaje figurativo aparece en diversos discursos, tanto orales como escritos, y que tiene un alto valor social y cognitivo para las comunidades de habla y los hablantes. La autora identifica que el entendimiento del lenguaje figurado en discursos orales y escritos contribuye al desarrollo de la cultura escrita y a la sofisticación cognitivo-lingüística de los hablantes. Además, se han identificado el uso de estrategias metalingüísticas por parte de los hablantes para lograr la comprensión del lenguaje figurado. Estrategias que requieren de un determinado nivel cognitivo y de conceptualización por parte de los hablantes.

Las investigaciones han descrito que diversos elementos influyen en la comprensión del lenguaje figurativo (Nippold, 2000; Papagno y Romero, 2010). La habilidad que tiene cada hablante de inferir el significado a través del contexto lingüístico puede ser de ayuda para la interpretación de expresiones figuradas cuando se desconoce su significado convencional. También el tipo de tarea a realizar puede facilitar o dificultar la comprensión figurativa, debido a que no tiene la misma carga cognitiva el dar una definición propia de una expresión no literal a elegir un significado entre varias opciones. Otro elemento influyente es la familiaridad de la expresión, ya que los hablantes interpretan con mayor facilidad las expresiones figurativas familiares que aquellas que desconocen o casi no escuchan. La concreción de los elementos que forman la expresión también es considerada relevante para su interpretación porque los hablantes encuentran más fácil interpretar conceptos concretos en lugar de abstractos. Además, el conocimiento del vocabulario que conforma la expresión no literal puede contribuir a su correcta interpretación. Con respecto a los hablantes, se ha identificado que su edad y éxito académico pueden influir en su interpretación de significados no literales, ya que a mayor edad es esperable que haya un mayor desarrollo cognitivo que permita la interpretación de un lenguaje figurado cada vez más difícil y su éxito académico podría verse reflejado como habilidades que favorezcan la interpretación.

Los avances en los estudios neurolingüísticos de los últimos años también han contribuido a una mayor y mejor comprensión del funcionamiento del lenguaje figurativo. Papagno y Romero (2010) presentan un ensayo comparativo de diversas propuestas neurofisiológicas, neuropsicológicas y de neuroimagen a través de los años, con el objetivo de retomar los elementos más importantes generados hasta la fecha. Las autoras identifican que durante los años setentas y noventas se consideraba únicamente al hemisferio derecho como importante en el procesamiento del lenguaje figurativo en adultos sanos, por lo que los investigadores suponían anteriormente que eran diferentes las estructuras cerebrales que mediaban el lenguaje literal de aquellas que mediaban el figurativo. Sin embargo, las investigaciones más recientes han comprobado que determinadas zonas del hemisferio izquierdo (algunas propias del lenguaje literal) son activadas también durante el procesamiento del lenguaje figurativo, es decir, que no existe una separación tajante entre ambos tipos de lenguaje, como suponían con anterioridad. Además, algunas investigaciones han encontrado que las zonas del cerebro encargadas de interpretar el lenguaje figurado pueden variar dependiendo de diversos factores, tales como la familiaridad, el esfuerzo de codificación y el reconocimiento (Zani y Proverbio, 2002).

Las investigaciones realizadas en torno al funcionamiento del cerebro al procesar al lenguaje no literal durante las diferentes etapas han permitido tener un mayor conocimiento del desarrollo cognitivo y lingüístico de las etapas tardías. Nippold (2000) en su investigación encontró que había una mayor diferencia en el desarrollo figurativo entre preadolescentes y adolescentes, que entre adolescentes y adultos. Esto podría deberse a cambios importantes que suceden en el cerebro durante la adolescencia y que ya han sido identificados por diversos autores (Blakemore y Choudhury, 2006).

CONCLUSIONES

En conclusión, durante las etapas tardías sigue habiendo un desarrollo lingüístico y cognitivo importante que permite a los hablantes adquirir formas lingüísticas más complejas y precisas. El lenguaje figurativo es propio de estas etapas debido a que su desarrollo no depende únicamente de los factores ambientales y sociales en los que se desenvuelve el individuo, sino también de su propio desarrollo neurológico. Es decir, se deben proporcionar a los niños diversos recursos ambientales y sociales para contribuir a su desarrollo, pero también el niño debe contar con un determinado desarrollo neurológico que le permita aprovechar dichos recursos.

BIBLIOGRAFÍA

Blakemore, S-J., y Choudhury, S. (2006). Development of the adolescent brain: implications for executive function and social cognition. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 47(3/4), 296-312. DOI: 10.1111/j.1469-7610.2006.01611

Dennis, G. (2004). Lenguaje. En G. Dennis. Principios de neuropsicología humana (125-152). Mc Graw Hill.

Nippold, M. (2000). Language Development during the Adolescent Years: Aspects of Pragmatics, Syntax, and Semantics. Topics in Language Disorders, 20(2), 15-28. DOI: 10.1097/00011363-200020020-00004

Papagno, C., & Romero, L. (2010). The neural basis of idiom processing: Neuropsychological, neurophysiological and neuroimaging evidence. Italian Journal of Linguistics, 22(1), 21-40.

Skeide, M. y Friederici, A. (2016). The ontogeny of the cortical language nerwork. Nature Reviews. Neuroscience.

Zani, A., y Proverbio, A. (2002). The Cognitive Electrophysiology of Mind and Brain. Academic Press.