A lo largo de mis años de experiencia como docente en una primaria local, he percibido la popularidad que tienen las letras escritas al revés, conocidas en inglés como “mirror-writing”, el escribir con efecto espejo. Es visto más entre las edades de 6-8. De acuerdo a mis observaciones, las letras más frecuentemente escritas en reverso son: p, q, d, b. Los números más frecuentemente escritos en reverso son: 3, 5, 6, 9. Sorprendentemente, este tipo de escrito ocurre de manera uniforme en el salón de clases; no es minoría, lo que quizá a los docentes nos podría indicar signos de principios de dislexia, o signos tempranos de algún otro trastorno del lenguaje escrito. Es intrigante ver como los chiquitos aprenden la dirección correcta del abecedario y números, pero durante el proceso de producción es que lo escriben en reverso, inconscientemente.

Durante la investigación de estos casos leí distintas opiniones de parte de filósofos, docentes, e investigadores. Utilizando la teoría, algunos proponen lo antes mencionado sobre señales tempranas de dislexia. Otros dicen que los alumnos experimentan con el aprendizaje recién adquirido. Incluso, en el aula, algunos docentes podríamos pensar que es mera torpeza temporal y es cuestión de práctica; sin embargo, Sócrates propone que el aprendizaje consiste en reorganizar y recordar el aprendizaje previamente adquirido. El autor Mariano Sigman genera la hipótesis que cuando los aprendices pequeños escriben con efecto espejo no son torpes, ni necesariamente presentan señales de dislexia. En su artículo escrito en idea.ted, Sigman propone que estos alumnos poseen una característica extraordinaria por el grado de dificultad requerido para escribir una palabra u oración al revés.

Sigman (2017) además, analiza el funcionamiento del sistema visual agregando “nuestro sistema visual tiene que ignorar activamente las diferencias para identificar que todas las rotaciones, reflexiones y cambios de un objeto siguen siendo el mismo objeto”. Sin embargo, el abecedario y los números no son precisamente así; la letra p se convierte en q al ser rotada. Al ser cambiado de orientación se convierte en d y al ser rotada nuevamente, en b. Por esta razón, quien está aprendiendo a leer persiste en pensar que b es igual a d; o quien está aprendiendo los números piensa que el 7 puede ser una L invertida, o que la p también puede ser escrita como el 9.

Estos datos coinciden con las recomendaciones dadas por los expertos sobre el diagnostico de dislexia. La logopeda Carmen Silva (2011) escribe sobre la importancia de evitar diagnosticar dislexia a temprana edad, “ya que debemos observar una discrepancia del nivel de lectura de dos años como mínimo, y no es hasta los 8 ó 9 años, cuando esto se puede contrastar”. En conclusión, los docentes que observan esta tendencia en los pequeños durante los grados escolares iniciales, primero y segundo, ahora pueden tener una perspectiva distinta como explicación, lejos de derivar al pequeño o compartir preocupación a padres de familia sobre potenciales signos de dislexia.

Referencias:

Sigman, M. (2017). The fascinating reason that children write letters backwards. Consulta en  línea el 17 de julio, 2019. Recuperado de: https://ideas.ted.com/the-fascinating-reason-that-children-write-letters-backwards/

Silva, C. (2011). ¿Cómo diagnosticar la dislexia? Consulta en línea el 17 de julio, 2019. Recuperado de: http://www.ladislexia.net/como-diagnosticar-la-dislexia/