Técnicas psicoterapéuticas. ¿Cuál técnica, para qué y para quién?
Luis Benavides
La psicología es una disciplina académica que estudia la conducta de individuos y de grupos de individuos.
A lo largo de la historia, la psicología ha desarrollado diversos escuelas o corrientes que emplean distintos métodos o técnicas para estudiar la conducta del ser humano. Dichas escuelas se han desarrollado a partir de diversas posiciones filosóficas, son reflejo de un momento histórico y cultural específico.
Así, por ejemplo, algunas de dichas escuelas son la psicología experimental (Wundut), psicoanálisis (Freud), conductismo (Watson), cognitiva (Beck, Neisser), y la humanista (Levy Moreno con psicodrama y Fritz Perls con Gestalt).
Cada una de estas escuelas de la psicología centra su objeto de estudios en diferentes aspectos, por ejemplo, el psicoanálisis basa su estudio en lo ocurrido durante la infancia del paciente, en la interpretación de sus sueños, etc.
En el humanismo o en mi opinión, en el neo-humanismo de la psicología se pone en el centro de estudio al ser humano. En el psicodrama por ejemplo, se da énfasis en que el individuo exprese de forma actuada, de forma vivencial y no solamente de forma oral alguna problemática personal. Se trata de una psicología en movimiento, es una terapia dinámica que se va construyendo a través de la representación del paciente de su propia problemática o mejor dicho de su propio ser.
El psicoterapeuta es entonces, una especie de director de escena que ayuda en el desarrollo de espacios de representación en donde el paciente “comparte” su problemática. Es el que permite el desarrollo de la “escena” del paciente, que da entrada a los diferentes personajes y que controla el “timing” de cada escena.
El paciente revive o recrea su problemática, la cual es como traerla al presente y en esa representación el paciente no solo es el actor principal, sino que también participa en el análisis de su propia conducta.
El psicodrama, como dinámica terapéutica, funciona muy bien en terapia de grupos por que permite la participación de diferentes personas en distintos roles en donde pueden también verse reflejados en las distintas representaciones que hacen otras personas.
En el psicodrama no hay fórmulas o recetas mágicas, sino por el contrario, se trata de procesos terapéuticos en donde el paciente se va conociendo así mismo y en ese autoconocimiento va identificando problemáticas y va creciendo. Lo interesante del proceso del psicodrama es que dicho autoconocimiento y crecimiento no solo es para el paciente sino para todos los que participan en los ejercicios de psicodrama incluyendo al propio terapeuta. Es por ello que la psicoterapia moderna o mejor dicho la psicoterapia del postmodernismo, es la que inicia con uno mismo.
Entonces ¿qué tipo de terapia es la que se debe utilizar? No hay una respuesta absoluta al respecto. No existe un modelo por excelencia y, por ende, tampoco existen fórmulas o recetas mágicas. En mi opinión, el tipo de psicoterapia a la cual se deba acudir es aquella en la que la persona se sienta más a gusto, más cómoda y que le permita desarrollarse como persona, no solamente identificar y resolver alguna problemática en particular. Al final del día, es el propio paciente el que va a encontrar la solución.
En este sentido, el psicodrama es una buena opción, aunque tan válida como cualquier otra, sin embargo, se caracteriza por ser una terapia más profunda, más humana, que entiende el contexto cultural y social en el que se encuentra la persona y que lo ayuda a entenderse y a crecer como ser humano.
Quizá lo más importante, en mi opinión, es precisamente ese aspecto del crecimiento interior del paciente, y es precisamente aquí que podemos tratar de responder a los interrogantes de para qué y para quién?
En términos generales, podemos decir que la mayoría de las personas acuden con un psicólogo para tratar de resolver alguna problemática psicosocial y/o emocional que le afecta. El psicodrama no pretende solamente “curar”, porque no es una receta en sí misma. Ni tampoco utiliza “etiquetas” como diagnóstico, aunque si son útiles en la medida en que ayudan a identificar, sin encasillarnos en ellos, ciertas problemáticas lo cual le permite al paciente conocerse mejor. El psicodrama va más allá de un simple proceso de identificación de patologías, porque de lo que se trata en realidad es de generar o fortalecer, un proceso de crecimiento personal.
Un aspecto fundamental en el psicodrama lo es también que el paciente sea quien tiene que hacerse responsable de si mismo, por lo que el “éxito” de la terapia no es responsabilidad exclusiva del terapeuta.
La idea es que el paciente sea el que desarrolle sus propias herramientas, con ayuda obvio del psicoterapeuta, para que pueda hacer frente a los retos cotidianos que se presentan en la vida. Es decir, no se trata simplemente de resolver una problemática en particular, sino de generar un proceso de desarrollo personal.
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